domingo, 12 de abril de 2015

KAKA DIRIGE LA VICTORIA ANTE PORTLAND

Cuando Kevin Molino se filtró por derecha y sirvió la pelota al área, promediando los 30 minutos de la etapa inicial, todo apuntaba a una jugada más, una de las tantas que Orlando se ha cansado de crear partido tras partido sin que las mismas fructifiquen. Sin embargo, en esta ocasión, el puñal servido por el trinitario permitió que el canadiense Cyle Larin le diera un giro a su pecho y cambiara la dirección al esférico para que se anidara en la portería del local. Fue un golazo por definición y un acertado premio al onceno que mejor hacia las cosas en la cancha, que procuraba proponer y aprovechar el error como sucedió en la acción previa (yerro de Geoge Fachive en el despeje). No solo era el cero por uno, sino la apertura para que los leones recuperaran la confianza en sus intermitentes hombres de ataque.

Después de resignar seis unidades como local, a Orlando City solo le quedaba apuntarle a rescatar algo en su próxima salida y cumplió con creces su cometido al doblegar a los Timbers de Portland por dos goles a cero en el estadio Parque Providencia. Fue una victoria no solo reconfortante, sino justa y merecida por lo que hizo el equipo de Adrian Heath durante los 90 minutos del compromiso. Ahora toca esperar lo que suceda contra Columbus el próximo sábado y retornar a casa con la esperanza de que el Citrus Bowl tenga sus graderías repletas de aficionados que quieren ver a su equipo hacer las cosas bien.



El comando del útil de nuevo fue para Kaká y su orquesta. El brasileño, esta vez más ajustado a la banda izquierda, buscando asociarse con Higuita o Shea, entendía que su aporte era fundamental para sacar al equipo de esa crisis emocional que dejan los partidos que se pierden cuando casi todo se hace bien (menos definir). Detrás de él estaban Cerén, Okugo y el colombiano metiendo pierna y cortando las ideas de Portland que solo apelaba a la movilidad del siempre peligroso Darlinton Nogbe.

Molino, por su parte, transitaba por la derecha en asocio con el portugués Rafael Ramos y el salvadoreño Cerén. Era como si el equipo hubiera mandado dos células distintas para insertar variantes ofensivas. Sin embargo, pese a todo, no se veía el hombre que encarara o se decidiera probar a puerta. Era tanto la aceptación de las limitantes, que el brasileño siempre jugó en corto para romper las filas del rival. Solo una vez centro por arriba más por última opción que por alternativa.

Con esa figura de 1-4-3-2-1, el primer tiempo arrojaba un resultado justo. Ya para la complementaria las cosas cambian y Orlando intenta manejar el resultado especulando con el balón e invitando al rival para que saliera en su procura. En esta instancia se monta una línea doble de cuatro, un enganche (Kaká) y solo a Larin en punta.

Hasta cierto punto la iniciativa fue válida pero arriesgada si se tiene en cuenta que se estaba cediendo terreno y la pelota se había perdido en reiteradas ocasiones que generaron situaciones de riesgo, especialmente con el ingreso del joven Dayron Asprilla quien midió a Ricketts en dos ocasiones.

Con el ingreso del californiano Eric Ávila, el equipo recupera el aire y la tenencia del balón. Okugo seguía mordiendo y Cerén se ajustaba mas a la marca. Shea y Ramos no se mostraron en ofensiva y Larin evidenciaba un agotamiento total, gravitaba sin iniciativa e intentando aportar por defender el resultado.

A falta de diez minutos el canadiense se retira con la misión cumplida, pues todo goleador que se reporte en el marcador debe salir satisfecho así no haya hecho más. Al final son los goles lo que le restan importancia a otras limitaciones que son inocultables. Con el ingreso de Rivas, en su reemplazo, se aumenta la velocidad en el último cuarto de cancha y es así como en una maniobra rápida por izquierda, el colombiano asiste a Kaká quien le regresa el servicio 20 metros más adelante y lo pone de cara al guardameta Kwarasey. El arquero salió a jugársela y terminó apuntando a los botines del jugador cuando la pelota lo habia sobrado. Fue penal claro y sin discusión.

El primer cobro de Kaká fue malo. Afortunadamente tres jugadores locales invadieron el área y el mismo se repitió. Esta vez el estelar mundialista le pegó al centro y arriba, con potencia y convicción, para decretar el dos por cero definitivo.

Ganó Orlando y la cosecha no admite reparos. Cuando intentó manejar el resultado con un libreto que no se ajusta a su filosofía se puso en riesgo el mismo, pero cuando se recuperó la memoria y sus componentes decidieron imponer condiciones, así el ritmo fuera más lento, terminó por confundir a un rival que vio como se le iba su invicto de local y sin ideas claras. No tuvo un solo jugador que brillara con los quilates que lo hacia el diez de la visita y terminan por hundirse mas en el acumulado general.


De nuevo, se ganó bien, con goles y con un brasileño que sigue demostrando que es de otro nivel. Su presencia marca una diferencia total.

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