Los aficionados
llegaron al Citrus Bowl con la idea de acompañar al nuevo equipo de la MLS en
su debut ante New York. Muchos con un amor encarnado desde hace cuatro años
cuando la divisa nació e impuso su ley en los torneos nacionales de segunda división;
otros simplemente porque les gusta el deporte y les gustaría seguir a los
leones, es decir que mirarán cómo les va para tomar la decisión de respaldarlo
desde la tribuna, como tiene que ser, y otro tanto simplemente porque querían estar
allí sin importarles nada mas, pura novelería quizás.
Llegaron también
buscando al diez que se movía en todos los rincones de las tribunas añadido a
la camiseta violeta de miles de aficionados. Querían ver al jugador brasileño
de mayor cartel que haya estado en la liga, al campeón del mundo, el mejor de
2007 y allí lo encontraron, acompañado de un grupo de desconocidos que pocos
adivinaban sus nombres y su recorrido. Sin embargo, cuando el encuentro arrancó
y todos empezaron a aportar su cuota, los números cobraron vida poco a poco y
uno de ellos empezó a reclamar atención del respetable. Era el 78 que perseguía
a un espigado defensor, sin pelo, pero con la jerarquía suficiente para alentar
a su equipo y despertar los aplausos y el cariño de la afición. Su nombre:
Aurelien Collin.
Collin no solo
fue el encargado de contener al español David Villa, sino que la seguridad que transmitió
desde el fondo contagió a sus compañeros de marca. Este espigado central nació en
Francia y desde 2004 incursionó en la actividad profesional. Jugó en la segunda
y tercera división del fútbol español donde estuvo con el Gretna (casa juvenil
de Mallorca) y luego partió hacia Inglaterra donde intentó buscar un cupo con
algunos clubes de la división de honor, sin poder alcanzarlo.
Forma parte de
la MLS desde 2011 cuando firmó con Sporting Kansas City, equipo con el cual
estuvo en la alineación en 108 partidos (104 de inicialista) y con el que salió
campeón en 2013 cuando enfrentaron a Real Salt Lake City. Aquella memorable noche
su trabajo fue monumental y contribuyó con el gol del empate que permitió alargar
la serie y terminarla a través de los penales.
No es un jugador
muy técnico pero su capacidad de sacrificio, su enorme despliegue físico, su reacción
y actitud temeraria, mostraron desde el arranque que es una pieza clave en el
fondo para el técnico Adrian Heath. No importa que haya sido el primer
expulsado en la historia de la franquicia (cuarta expulsión en toda su carrera),
lo trascendental es descubrir que el sector posterior del equipo tiene
guerreros dispuestos a dejar hasta la última gota de sudor por la violeta.
Otro aspecto en
la vida del central, es que desde siempre ha tenido una profunda vocación por
el diseño y por eso se capacita en este frente. Sabe y entiende que el fútbol
es una carrera con fecha de expiración y por eso hace todo lo posible para
desarrollar otros campos que le permitan continuar una vida decorosa y amable
cuando su ciclo como profesional haya terminado.
Desde diciembre de 2014 firmó para Orlando City
Soccer y espera contribuir con creces al respaldo de los directivos y el cuerpo
técnico. Su profesionalismo y capacidad no se cuestionan, por eso se aferra y
respeta su palabra como alguna vez lo dijo a algún medio de comunicación cuando
su ciclo en el Sporting había terminado y no se vislumbraba un panorama claro
inmediato. “Creo en Dios y donde Él me quiera llevar estaré feliz y daré lo
mejor de mí”, algo que desde el primer momento los aficionados de Orlando
notaron cuando apenas empezaban a descubrir que aparte de Kaká habían otros números
que cobraban vida con sacrificio y esfuerzo.
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