Le eliminación de Costa Rica del Mundial, a través de
la serie penal frente a Holanda, es sin lugar a dudas lo mejor que una selección
centroamericana haya hecho en una copa del Mundo, sino lo cree haga el
ejercicio y verá la respuesta.
Lo es porque partió con pronósticos adversos en un
grupo muy fuerte donde se mezclaban tres campeones del mundo y llamados siempre
al favoritismo. Además, para seguir sumando, terminaron invictos en los cinco
partidos que jugaron y fueron vulnerados solamente en un par de ocasiones. ¿Ahora
bien, fue su propuesta tan contundente como para impresionar? La respuesta es
sencilla, no. Fue efectiva y válida, que es diferente. Aquí no vale hablar con pasión.
Para sustentar lo anterior, se debe acotar que en el
fútbol la táctica es el principio elemental de competencia. Solamente
estudiando el rival, conociendo sus falencias para atacarlo y aprovechando los
propios recursos para anular sus virtudes, se puede planear qué hacer en una
cancha diseñando una figura táctica y eligiendo los hombres adecuados para
implementarla. Esta es la labor principal del técnico en las previas al duelo,
ya en la cancha y en la acción la responsabilidad es de sus jugadores.
Con esto claro, corresponde enfatizar que los
dirigidos por Jorge Luis Pinto apelaron a una constante de juego que se
resguardó en el trabajo defensivo y la posibilidad de concretar algo a través de
la contra ofensiva. Aparte de los 3 goles que le hicieron a Uruguay en la
apertura, los demás compromisos los sellaron con empates o por la mínima
diferencia. Fue un gol contra Italia, empate con Inglaterra, uno contra los griegos
y el cero frente a la “naranja mecánica”. En todo ese recorrido solamente los charrúas
y los griegos le marcaron de a gol, los demás no pudieron.
Hasta ahí, revisando con frialdad los números, diríamos
que los ticos fueron sin lugar a dudas un equipo equilibrado en defensa y
ataque. Bueno, eso sería lo que se puede desprender a primera vista, pero
contando la verdadera historia de cada encuentro, no se puede mentir sin
afirmar lo contrario. Pese a que el grupo fue unido, sacrificado, aguerrido,
luchador y batallador incansable, con un gran despliegue físico, la gran
diferencia de Costa Rica tiene nombre propio: Keylor Navas.
Fue el arquero, y solamente el arquero el único responsable
de que su escuadra haya llegado tan lejos. Es él el directo culpable que tres
potencias, de las cuatro selecciones europeas enfrentadas, se hayan visto impotentes de
vulnerarlo, después de medirlo desde todas partes, por todos los medios
posibles.
Es cierto que la defensa colaboró, dio su cuota, pero
nadie puede negar que si Navas es considerado el mejor arquero de la prueba no
es precisamente por el color de su piel. Se ganó el respeto del mundo con unos
reflejos impresionantes, con un acierto total en su ubicación debajo de los
tres palos, con un dominio de área preciso, un instinto suicida a la hora de jugársela
toda por una balón, es decir fue la inmensa muralla que frenó la ilusión de los
gigantes; fue el David que arruinó la ilusión de tres gigantes (no incluyan a
los petardos de Grecia, por favor).
Costa Rica fue el único de los eliminados en Cuartos
de final que no perdió en 90 minutos. Además, no le marcaron antes de los 10
minutos del arranque como le sucedió a Francia, Colombia y Bélgica. Los
holandeses, en este caso, tuvieron que llegar a donde nunca hubieran querido
por la incertidumbre del momento y el desgaste físico.
Muchos se mostraron satisfechos y reclamaron justo el
pase de los holandeses por su propuesta de juego, lo cual está bien ya que
hicieron lo opuesto de los centroamericanos. Es decir, salieron a ganar buscando
los predios del rival. Sin embargo, los ticos también jugaron a ganar su
partido arriesgando todo al abroquelamiento defensivo y la procura de llevar la
serie a los penales, donde cualquier cosa podía pasar, especialmente cuando se
tiene un fuera de serie como Navas. Lo arriesgaron todo, siempre y les salió
durante los 120+ de juego. Esa táctica también vale más allá de que sea o no
agradable para la retina del espectador.
Es tan aceptable la táctica defensiva de los ticos, como
lo fue la presencia del arquero del Newcastle, Tim Krul, en la serie de penales.
Van Gaal lo tenía reservado. Es un monstruo de casi dos metros, de unos brazos
enormes y con la virtud de que, a pesar de su estatura, es rápido cuando va
abajo. Por eso tiene una alta probabilidad de contener penales. El efecto sicológico
y la capacidad juegan a favor, y en el caso contra Costa Rica le funcionó muy
bien.
Les alcanzó para dos cosas: para poner en jaque a los
grandes por tradición y para escribir una historia maravillosa que hoy llena de
orgullo a su país. Felicitaciones.
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