jueves, 3 de julio de 2014

COLOMBIA SOLO TIENE UN 5% DE PROBABILIDAD PARA SER CAMPEON

La estadística dice que si usted tiene 50 dólares y yo no tengo nada, en promedio tenemos 25 dólares cada uno. Por eso considero que lo sucedido en anteriores duelos directos entre colombianos y brasileños sirve para especular en la previa, pero no es determinante de cara al duelo del próximo viernes por Cuartos de final. Esto lo menciono, porque hace días una firma consultora hizo un estudio detallados de las probabilidades que tiene cada equipo para ser campeón del Mundial, y el mismo, siendo interesante, concluyó que Brasil tiene el 45% de probabilidades contra un 5% de Colombia. Es decir que para los “expertos” en números, no tenemos ningún chance. Ahora bien, miremos a los dos equipos por la realidad que viven en esta prueba y saquemos nuestra propia conclusión.

A Brasil le ha pesado ser local en esta Copa del Mundo. Está obligado a ganarla y menos de eso no espera su afición, todo lo contrario sería un fracaso sonoro. Nadie quiere repetir el histórico suceso de 1950, independientemente que no sea Uruguay el directo protagonista. Por eso llegar al Maracaná y dar la vuelta olímpica no es un sueño, es una responsabilidad total que se siente en cada partido.

El equipo de Scolari no ha jugado bien y no esperemos que juegue bonito, pues no es la filosofía de un estratega a quien solo le interesan los resultados, según él mismo lo ha dicho. Sin embargo, más allá de esta ideología, Brasil no ha podido ser el colectivo que deslumbra y siembra terror, siendo temible por la composición de su plantilla, algo que no se puede olvidar porque el potencial es real, existe.

En su última salida contra Chile quedó en evidencia que es un equipo al que se le puede ganar y llevarlo al extremo de la agonía. Por eso el llanto y los abrazos al concluir el compromiso, deben ser interpretados como signos de la gran presión a la que es sometido el grupo. En aquel momento estuvieron cerca de vivir la pesadilla de ese nuevo “Maracanazo” que los persigue desde el puntapié inicial y que no se registró porque en la serie de penales tuvieron la suerte del campeón. Este es un factor especial porque tiene dos aristas. La primera, es que el impacto sicológico de versen a un paso de la eliminación sea adverso y deje en evidencia todo el stress que vive el conjunto como tal en cada salida, y la segunda es que observando su imagen rendida por el esfuerzo, la cual le dio la vuelta al mundo en los principales rotativos, decidan salir a demostrar lo contrario, es decir con una motivación y un ingrediente extra.

¿Es esto bueno? Si se maneja bien sí, porque están obligados a marcar diferencia contra Colombia y cualquier desventaja los puede hacer perder la calma, si no olvidan que al frente tendrán a uno de los equipos mejor definido por su propuesta, plantilla, números y prensa mundial. El combinado cafetero llega invicto a este duelo y los brasileños no, algo que no concreta nada, pero que marca un indicio del momento actual que dista mucho de lo que se pensaba antes de iniciar el evento. En este apartado, el punto es para Colombia.

Arrancando desde atrás diremos que los dos arqueros han cumplido su misión. David Ospina siendo mucho más en momentos claves, especialmente cuando Colombia ha cedido la pelota y se abroquela en el fondo. Julio César, por su parte, ha rendido lo esperado y confirma porque es el titular. En la clasificación contra Chile jugó un papel definitivo para evitar la debacle y puso a su equipo en esta instancia. Los dos son muy buenos, repito, y difíciles de vencer.

Las zagas y el ataque también han mostrado un rendimiento equilibrado. En los cuatro partidos Colombia ha recibido dos goles y ha marcado once (+9), siendo el segundo mejor del Mundial, después de Holanda, mientras que el local encajó el mismo número en contra y ha anotado ocho (+6). Hasta aquí todo pareciera muy parejo, inclusive el hecho de que casi el 50% de los goles alcanzados por ambos conjuntos estén en los botines de dos jugadores. Cuatro ha marcado Neymar y cinco James Rodriguez.

La diferencia, por guarismos, es que Brasil es más insistente en los predios del rival, es decir que se muestra más con el balón con una media de 56% en la tenencia del mismo, un 70% de efectividad en la entrega y casi 18 disparos directos a la portería. Algo que Colombia debe analizar, pues en casi todos nuestros enfrentamientos el equipo de Pekerman, por momentos, se ha retrasado y permitido que el rival genere mayor volumen ofensivo. Le pasó con Grecia, Costa de Marfil, por fracciones contra Japón y así terminamos contra Uruguay. Situación que no puede ser omitida simplemente porque ganamos y estamos en esta instancia. Quien diga que no terminamos “apretando los dientes” en cada partido miente (por algo Ospina está entre los mejores), y si lo hace espero que Brasil no les haga  ver una realidad que pocos hemos admitido.

Lo anterior ayuda a entender porque nuestro equipo tiene un 43% el esférico como media, lo entrega con propiedad un 70% de las veces que lo controla y maneja un promedio de 12 remates a puerta por encuentro. Si a Brasil se le da esta ventaja, entonces a “apretar el moño” porque ellos no especulan y tienen elementos que saben con el útil en sus pies de manera individual y colectiva. Es decir, para redondear, que en este duelo quien tenga y administre mejor la pelota va a marcar la diferencia, porque Brasil es mayúsculo cuando le permiten jugar. No es, de ninguna manera, un equipo que se iguale a los rivales que hemos eliminado.

En el apartado de la marca y la recuperación, que también hará diferencia absoluta, la canarinha llega con ocho jugadores condicionados por amarilla y Colombia tres. Un pequeño detalle a tener en cuenta si se piensa en un partido adicional en Semifinales, pudiendo jugar a favor nuestro, pues el encuentro se antoja friccionado por la necesidad de procurar la redonda en la zona media, como lo he mencionado, pero con un plus: a los locales no les duele pegar. La clásica escuela, esa donde le pintaban la cara al rival con regates, ya no existe.

Al inicio de la semana se tenía puesta la mirada en el cuartel carioca en espera de saber cómo respondía Neymar, pues se especulaba que no estaría desde el arranque por una molestia de rodilla, lo cual ya fue desvirtuado por el departamento médico de la “selecao”. Esa posibilidad jugaba a favor de Colombia porque no tener disponible el mayor referente del equipo causaría un efecto sicológico negativo, como le sucedió a Uruguay sin Luis Suarez. Ahora bien, más allá de si esto hubiera sido real o no, o de si el brasileño está al 100%, Colombia entiende que para ir avanzando estos detalles dan ventajas que se pueden explotar, pero no son la garantía del éxito. El problema era de ellos porque nosotros, sin importar qué, tenemos que salir a jugar lo que sabemos.

Un factor clave es la presencia de Pekerman en Colombia. El técnico argentino tiene una ascendencia notable y sabe cómo dosificar el triunfalismo que se escucha desde todas partes. Que la afición y los medios estén confiados de que se puede avanzar es una cosa, lo importante es que el timonel es sabio para evitar que ese fenómeno “infecte” y relaje al grupo. Entre más concentrados se mantengan y no pierdan el horizonte de su potencial, pero en especial de sus limitaciones, porque las tenemos y serán aprovechadas por Scolari si nos estudia bien, mayores serán las probabilidades de sacar el partido adelante.

Es importante que Jackson y Teófilo estén finitos, si es que se juega con dos en punta. Que ojalá puedan concretar lo que se carbure en ofensiva ya que James será, al igual que con los charrúas, un referente de marca obligado, lo mismo que Juan Guillermo Cuadrado.

Se especula sobre la posible presencia de Quintero al lado de James desde el arranque, para generar mayor volumen de fútbol y liberar a Rodriguez de ser el único motor del equipo, en especial por la sombra que le espera.

El problema no sería este, sino qué tanto tenga Colombia el balón. De recuperarlo y entregarlo progresivamente bien, ajustar los relevos por las bandas, tanto en ataque como en defensa, así como la contención delante del cuatro de fondo, que será con dos o tres volantes de marca, dependerá que otro mediocampista de armado pueda influir positivamente en la estrategia porque, repito, si los colombianos no renuncian al esférico, se antoja un duelo muy friccionado y quebrado. Por allí surge la opción de la verticalidad en los pases, los centros de costado que pueden ser opciones válidas para las dos escuadras si los hombres de ofensiva se mueven bien.

Entonces, para resumir, admito fervientemente que Colombia tiene el equipo y los recursos para ganarle al local por el momento deportivo e histórico que viven los dos. No somos más, pero tampoco menos, eso es un hecho. Ese cuento del 5% que se lo vendan a otro.

Soy un convencido de que si mantenemos una actitud agresiva, como lo hizo Chile, podemos escribir un capítulo más en esta renovada historia. Por eso aplaudo y traigo como ejemplo lo hecho recientemente por Alemania contra Argelia. Los africanos fueron más duros de lo que cualquiera hubiera podido esperar. En el tiempo de alargue se encontraron con un gol en contra y estaban obligados a ir por el empate. Pero en ese momento los teutones, con el físico agotado, sin piernas, con jugadores acalambrados, inclusive, siguieron teniendo la pelota, asociándose, buscando imponer condiciones, en vez de aguantar y esperar al rival como lo hicieron México y Costa Rica contra Holanda y Grecia respectivamente.

La gran diferencia de los equipos que tienen mentalidad ganadora es que no buscan un resultado, lo generan siempre con el útil en los pies. Factor clave para aprovechar con un grupo riquísimo por su técnica que esperamos ver en su máxima expresión porque de aquí a una final solo nos quedan dos partidos y tenemos todo el derecho del mundo para soñarlo.

Ahora bien, si las cosas no se dan y nos toca regresar a casa por aquellas cuestiones del deporte, que sea este el momento para agradecerle a todos los componentes de este equipo por el gran Mundial que nos han hecho vivir, por regresar a la elite orbital, pero principalmente por unir y poner el nombre de Colombia muy en alto.  






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