miércoles, 9 de julio de 2014

ARGENTINA SE ILUSIONA CON UN NUEVO TITULO

No fue con el fútbol más puro ni estético, pero fue una propuesta adecuada, válida y bien aplicada. En la cancha se medían dos rivales que se conocían muy bien, que se habían estudiado en todas sus líneas, que no querían dar ningún tipo de ventaja, pues que lo hiciera lo pagaría caro. 

Holanda apelando a la velocidad de Robben y Van Pierse, mientras que Argentina esperaba una genialidad de Messi ajustando marcas en todos los sectores de terreno. Por eso el partido resultó poco vistoso en manejo y opciones de gol, no tuvo brillo y quizás fue aburrido para muchos. 

No fue vertiginoso, todo lo contrario. Se metió pierna, se referenció al rival y se cerraron los espacios, siempre con una marca alterna. Hubo fricciones, pero no mala intención, eso lo confirman las escasas 25 faltas sancionadas en 120 minutos, con un arbitraje impecable, apropiado para la dimensión del duelo.

Al diez gaucho y el once holandés, siempre los abrigó la sombra de dos o tres atentos marcadores. Al mejor del mundo lo tomaron con una marca mixta, siempre vigilado. Cuando estaba sobre la mitad de la cancha le hacían zona, pero si se acercaba mucho y se mostraba, era individual. Con Robben hacían lo propio, evitando su explosividad. Por eso brillaron poco y no fueron determinantes para romper el cero.

En la mitad se forjó una guerra de gladiadores. Mascherano fue el caudillo, la metió con toda y supo contagiar. Pérez, reemplazando a Di María, fue fórmula de salida y desfogue, estuvo a la altura. Demichelis, Biglia, Garay y Zabaleta también mordían por todos lados, arriba, al piso, no había balón muerto para ellos.  Lavezzi y Rojo también aportaban, mientras que Higuaín y Agüero (quien lo reemplazó), entregaban su cuota de sacrificio apretando en la salida a los tulipanes, en busca de asfixiarlos y generar un error.

Si ellos, los holandeses, tenían la pelota, pero no encontraban por dónde circularla, ni un boquete por donde romper las dos líneas instaladas antes de la meta, no importaba. Lo realmente valioso era evitar que desarrollaran ese juego vertiginoso que por mementos tuvieron hasta que les tocó partir y que los llevara a ser uno de los oncenos más contundentes de la prueba. Desconectar los circuitos y apagar la chispa fue una misión cumplida desde el arranque hasta el pitazo final.

Holanda tuvo más la pelota, realizó más pases, intentó penetrar más el último cuarto de cancha, pero no fue claro, no causó pánico porque las bujías estaban mojadas.

Todo quedó en la serie de penales, porque al final el agotamiento físico los obligó a negociar la incertidumbre. En esta instancia, la figura de Romero fue inmensa pues no solo tapó dos de los cuatro, sino que contagió a los cobradores con una sensible ventaja. Había tiempo para errar uno, para equivocarse, pero todos estuvieron impecables y se fueron a celebrar.

Había dicho en la previa que este era un partido donde las probabilidades estaban repartidas en un 50%, pero me inclinaba por los gauchos ya que veía en ellos un crecimiento como grupo y tenían a Lionel, que sigue siendo la mayor preocupación de todos los rivales.  Muchos los desahuciaron, lo cual es un error. Ellos saben lo que vale esa camiseta y por algo son los mayores surtidores del mundo. Nunca, a menos que estén afuera, se pueden subestimar. Recuerden, es Argentina.

Si los alemanes no toman previsiones en la final, apoyados en su capacidad y contundencia, sin que entren en la esfera de la soberbia, Messi tiene que ser anulado como todos lo han hecho, pues es un jugador que busca su lugar en la historia y todos sabemos que tiene con qué romperla junto a un grupo que hoy, más que nunca, está deseoso de un título.  

Argentina se instaló en la final pese al pronóstico de muchos, y lo hizo capeando un arranque irregular y mejorando partido a partido hasta encontrar un punto de equilibrio en sus últimas tres salidas, donde no ha recibido un solo gol. Ha marcado solo dos, pero el balance se mantiene. El problema es que en el Maracaná enfrentará al equipo más goleador del torneo lo cual obliga a tomar los recaudos apropiados y a luchar contra la resistencia local que quiere cualquier cosa, menos que Argentina levante un trofeo en el mítico escenario deportivo, especialmente desde que su equipo salió por la puerta de atrás.


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