A México se le olvidó lo sucedido contra Portugal en
el último partido de preparación. En ese duelo, cuando expiraba, los lusos de
golpe de cabeza se alzaron con una victoria sin importancia que dejaba en
evidencia dos cosas: la primera que los centroamericanos estaban levantando su
nivel, y la segunda que con equipos de peso nada está seguro hasta el pitazo
final. Algo que se repitió contra los holandeses, solo que esta vez fue en un
Mundial, cuando tenían todo para avanzar.
De esos errores quiero hablar, porque el técnico Herrera
no puede decir que fueron los árbitros quienes atentaron contra los mexicanos.
Si, es cierto, fueron víctimas de algunos yerros, pero no por eso están afuera.
Lo primero para destacar, después del gol de Gio Do
Santos, de muy buena factura, por cierto, cuando despuntaba el complemento, es
que el empate, a cuatro minutos del final reglamentario, se produce porque Sneijder
saca una recta mortal desde el límite del área grande libre de marca, con el
tiempo preciso para fusilar a Memo Ochoa. Todos referenciaban a alguien, pero
el encargado de ocuparse del diez europeo está haciendo el 1-2 a alguien más.
Que lástima, porque defendían el resultado con propiedad.
El otro error es olvidarse todo el arsenal que un equipo
tiene con un delantero como Robben. Es letal, temible, atrevido y peligroso. El
penal que marca la ventaja para Holanda lo fue. Ojalá que dejáramos de lado ese
maldito y novedoso vicio que han asumido los medios de comunicación de juzgar a
los árbitros después de ver la repetición veinte veces y desde ocho ángulos
distintos, sin ajustarse a las milésimas de segundo que tienen los centrales.
Si la repetición muestra lo contrario, me quedó con mi primera impresión,
alineado con un central que dirigió con acierto un partido por demás limpio, bien
jugado y de trámite normal. Fue penal de Márquez y punto.
Ochoa, que había parado un balón a quemarropa de
Stefan De Vrij, con esos reflejos felinos que seguramente lo llevarán a un
equipo importante, había evitado un gol que hubiera cambiado la historia ya
escrita.
El verdugo de la ilusión fue Jan Hunterlaar, quien se
la puso al palo de la mano derecha, abajo y con precisión, mientras el meta decidió
lanzarse al sector opuesto.
No fue mejor Holanda, pero tampoco el cuadro azteca.
El compromiso fue equilibrado, con propuestas distintas, tenencia de balón y
mucho trabajo de marca. Holanda no va a Cuartos porque haya tenido suerte, no señor.
Va porque es uno de los buenos equipos del Mundial como lo fue el Tri y porque
tiene argumentos, inclusive, para ser finalista.
Antes del discutido penal por parte del “Piojo”
Herrera en la rueda de prensa, hubo uno clarito, con doble falta incluida sobre
Robben, que solo se apreció con la repetición múltiple. Inclusive los
comentaristas de Univisión lo reseñaron acertadamente, pero claro, no
trasciende a más porque era favorable al rival del equipo que queremos que
avance. No podemos seguir así. Digo que fue penal porque así lo vi mas allá de
la repetición (la cual lo confirmó para mí), y creo que, si de errores hay que
hablar, este fue a favor de los mexicanos.
México estuvo muy cerca de llegar a una instancia que merecía
por su propuesta, entrega y capacidad a lo largo del torneo. Porque a sus
jugadores no les faltó convicción para intentar romper esa historia sostenida de
irse en Octavos, la cual está escrita desde 1986 cuando llegaron a Cuartos de final, y fueron
eliminados por Alemania en la serie de penales. Están afuera por esas cosas del
fútbol que se dan en 90 minutos y que duelen mucho, más cuando se hacen las
cosas bien y se está tan cerca de alcanzar la gloria, pero no por el árbitro
como insistió e insistió el entrenador mexicano.
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