Por: Jairo A. Castrillon
(Foto efe)
Recuerdo que
antes del Mundial de 1994, después de golear a la Argentina 5x0, y de jugar una
serie de partidos de preparación que nada median, recibí fuertes criticas,
insultos y hasta amenazas por decir que Colombia no era lo que todos veían,
incluyendo los medios de comunicación. Advertí que el onceno de Maturana debía confirmar
con fútbol todo lo hecho en la Eliminatoria y fase de preparación, previa al
torneo ecuménico, para poder pensar en cosas más grandes. Recordé que una Copa
del Mundo es muy distinta y que cuando se da el puntapié inicial todo lo demás no
vale. Ni siquiera los partidos de la primera fase son tan intensos porque dan
la posibilidad de recuperase, de corregir. Por eso sostengo que el torneo
realmente inicia cuando se juega todo en 90 minutos y contra los mejores, que
por lo general dominan la historia.
Dicho esto, debo
aceptar que es muy distinto ver un Mundial por disfrutarlo, a sufrirlo cuando
el país está envuelto en él. Por eso me preocupa varios comentarios desmedidos
de algunos medios, que reseñaron un gran debut de Colombia frente a Grecia, y
no menciono a los aficionados porque al fin y al cabo ellos viven el torneo con
el corazón y cuando se gana se goza. Ojalá no olviden que cuando se pierde se
sufre, pero no se puede acabar con quienes nos han dado tantas satisfacciones.
Todo lo anterior
no puede ser obstáculo para admitir dos cosas después de la primera salida ante
los griegos y mucho menos de cara al duelo contra los africanos este martes. La
primera es que se ganó, se sumaron los tres puntos que se buscaban y rompían la
presión del debut, y la segunda que no se jugó bien, con todo el respeto que me
merecen quienes hayan visto lo contrario (esa es la belleza de este deporte).
Se hizo un
trabajo con oficio, con disciplina, tal vez guardando recursos, pero no fue
vistoso el juego de los colombianos pese a la holgada victoria tres por cero
sobre Grecia.
La suerte que
tuvo Colombia es que le cedió el esférico a un equipo limitado en su manejo y
escaso de recursos, de ideas ofensivas. Por eso terminamos la primera parte con
una distancia muy estrecha entre lo preciso y lo absurdo. Lo preciso, porque a
los cinco ganábamos con el gol de Pablo Armero y terminamos un poco arrugados
cada vez que los griegos intentaban algo por arriba como único recurso,
especialmente cuando ellos, por talla, nos superaban. De hecho una volada
espectacular de David Ospina tras el remate precios de Kone evitó que la
historia tomara un nuevo rumbo. Lo absurdo, es que con un poco más de marca y
administración del útil, no se hubiera sufrido tanto sin dar muestras de ser igual
que un discreto rival, parece como si nos hubiéramos contagiado de sus
limitaciones.
En la
complementaria el formato del partido y la iniciativa se mantiene de parte y
parte, pero gracias a otro gol, esta vez con pelota detenida desde la esquina,
le permite a Teo Gutierrez depositar el segundo y sumar un poco mas de tranquilidad.
De allí en adelante la idea era recuperar la pelota y esperar a que el rival
fuera en busca de ella, desgastándolo y desesperándolo. Con el paso de los
minutos las cosas se acomodaron y los europeos concluyeron comprometidos en
medio de sus urgencias e inoperancia.
El tercer tanto
de James simplemente sepultó las limitaciones del rival. Lo curioso es que las
dos veces que Colombia se asoció, que intentó romper filas rivales a través de los
que saben improvisar, llegaron los goles. Por eso puedo asumir que de haber
jugado a lo que sabemos, a ese estilo que nos llevó a ser protagonistas del
continente y cabeza de serie en el Mundial, seguramente el resultado hubiera
sido más acorde a la realidad. Claro, saber definir es una virtud que marca
diferencia y eso fue lo que favoreció a los dirigidos por Pekerman. Por eso
concluyo que cuando se termina el encuentro con tres goles (que son claves para
los desempates) y tres puntos, lo otro no tiene peso y tal vez no importa si se
acepta que hay mejorar.
Ya viene un
equipo africano que mostró tener cosas interesantes. Jugadores muy fuertes y rápidos
hechos en distintas ligas del mundo. No son ingenuos y a Colombia la van a
medir desde el comienzo. Es el partido de la clasificación para ambos. De
perder los cafeteros, hipotéticamente hablando, Costa de Marfil se ve superior
a Grecia y nosotros nos tendríamos que jugar el todo por el todo contra los
aplicados japoneses. Espero que nada de esto se dé, pues estoy convencido que
Colombia tiene con qué hacer cinco partidos de talla en el Mundial.
Afortunadamente don José no es colombiano.
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