martes, 19 de abril de 2011

DE LA TRISTEZA A LA VERGÜENZA SOLO HAY UN PASO



Lo primero que debo admitir es que no soy y nunca he sido aficionado al equipo. Por eso escribo sin pasión o dolor. Lo segundo, que también debo reconocer, es que el Deportivo Pereira tiene una afición noble, sincera y constante, que pudiera dejarlo bien parado en cualquier cancha, si por lo menos hubiera un equipo que los representara dignamente.

Viví y crecí en la ciudad asistiendo a la tribuna de gorriones, esperando al familiar ficticio de turno que me diera la “pega” para entrar con su boleta y después correr como un loco a buscar un lugar donde ver el partido de aquel fin de semana. Era la época de Reinel Ruiz, César Valverde, Rafael Crispin Verza, Luis Gerónimo López, el Chusco Sierra, Jairo Aguirre y otros más se escapan a mi frágil memoria.

El problema del cuadro Matecaña ha sido por siempre su pobre dirigencia. Por este equipo han pasado algunos nombres que es mejor no nombrar, sencillamente porque estuvieron o están atados al fútbol por accidente. Su conocimiento se respaldaba en el dinero y nada más. Han creído, porque todavía existen, que con rentar algunos jugadores se puede aspirar a ser protagonistas de un debilitado torneo. Sin embargo la pobre campaña de los últimos meses, donde se han vencido todos los récords de lamentación y vergüenza, deben invitar a un cambio radical. Es hora de ponerle fin a todos los males del equipo, así esto implique verlo jugar un par de años en la segunda división, pues no es rentable tener un lindo escenario (de talla mundial) y una afición leal para tan monumental descalabro.

En el duelo con Millonarios lo de menos fue el resultado, pues una derrota más o menos no impresionan a esta altura, como si lo hizo la falta de espíritu y vergüenza deportiva de los jugadores. Un equipo partido, sin vida en la zona media, sin prestancia en el fondo y con muy poco en ofensiva, fue incapaz de someter a un conjunto que estaba mermado numéricamente pero apelando a un gran coraje. Sin renunciar al ataque (pues el rival no los asustaba), y tampoco sin regalarse en defensa, el equipo del doctor Báez no solo sumo tres puntos que lo situaron al tope de la tabla, sino que demostró en la cancha lo que significa el respeto por una divisa.

Ahora llega Julio Comesaña como “salvador” de una divisa en franca caída. Muchos, ante lo poco y escaso, aspiran que el uruguayo sea capaz de poner las desvalorizadas fichas de este ajedrez en el lugar correcto y puedan alcanzar un ligero protagonismo que los aleje de la zona del descenso. Nadie, como ha sucedido por mucho tiempo, especialmente después de haber estado en la zona B, quiere revivir ese capítulo de nuevo. Por eso “sueñan” con que esta realidad palpable se evapore y les permita una vez más ver a su equipo en el circuito mayor mientras aparece alguien -así sea el gobierno- que organice este desajuste de intereses e ignorancia deportiva.

Por el momento queda seguir muy de cerca lo que pase con el Pereira no tanto en materia de resultados, así sea lo que mira el aficionado leal, sino algún tsunami administrativo que le permita renacer de las cenizas en la que han dejado a este hermoso club. Uno de los chico, desde siempre, pero lindo al fin con una afición que nadie ha podido valorar y mucho menos respetar.

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