viernes, 27 de mayo de 2011

QUE SOMOS Y QUE QUEREMOS ES LA META



La Copa América está a la vuelta de la esquina y desde ya los equipos invitados se preparan para hacer un buen trabajo, sino fuera así ¿entonces para que participar?

A Colombia le toca un grupo relativamente fácil, de no ser por la presencia de Argentina. Sobre el papel, donde nada vale y mucho menos es definitivo, debemos ser superiores a Bolivia y Costa Rica (Sub-23 reforzada), lo cual aumenta la posibilidad de ser uno de los mejores dos terceros, aunque pensar en esto ya le resta seriedad a las aspiraciones de un equipo que está llamado a ser protagonista.

La idea clara es ser primeros o segundos. Si no fuera por los gauchos, que de lejos son mejores que nosotros, duélale al que le duela, llegaríamos con la presión de encabezar la zona, sin que lo anterior quiera decir que por ahí nos ‘enchufemos’ y terminemos encumbrados. Los tres puntos iniciales se juegan con los ticos el 2 de julio en la ciudad de Salvador de Jujuy.

Superando la primera fase, porque debemos hacerlo y nada puede servir de pretexto para lo contrario, debemos ir analizando la prueba. Como primeros recibiríamos al mejor de los terceros, lo cual aumenta la posibilidad de avanzar, especialmente porque el aspecto sicológico es fundamental en pruebas de corto plazo.

Ser primeros indicaría que estamos asumiendo el protagonismo, mientras que enfrentar un tercero, así sea el mejor, indica medirse a un equipo que lucha por superar su propia realidad. Se dice fácil, pero en 90 minutos muchas cosas pueden pasar.

Si somos segundo (algo muy probable), nos toca abrir los cuartos con el mejor segundo de la zona C que, por prestancia, tienen tantas posibilidades como nosotros de ser protagonistas. Esperar a Chile, México, o Uruguay (lo sentimos por los peruanos si no los vemos como protagonistas), es otra cosa. Todos estos equipos están para ser finalistas porque tienen con qué: trabajo y capacidad.

Si esta instancia se da, entonces freno mi pluma y no avanzo en este apurado análisis, sencillamente porque de ahí en adelante la Copa América es otra cosa. Cada partido es una final y cualquier cosa pasará dependiendo del rendimiento que, hasta ese entonces, exhiban los seleccionados después de estar concentrados en la prueba.

Con todo lo anterior, lo único que pretendo decir es que Colombia tiene que apuntar a ser figura, insisto. No puede llegar pensando en una eliminatoria, porque el presente reclama algo más. Además, para ser directos, el proceso clasificatorio es otra cosa por su sistema de juego y el espacio de tiempo que hay entre fecha y fecha.

En estos momento a Hernán Darío y Leonel (que se mantiene muy callado), les queda elaborar un equipo con sello ganador. Esta Colombia me gusta porque ya no especula con la pelota, es más vertical y genera mayor volumen de juego ofensivo, más allá de que en definición todavía existan grandes baches y el promedio de ataque no alcance su mayor nivel. Para que la ‘máquina’ se ajuste, es necesario hacer las pruebas necesarias que generen un equipo con aspiraciones, por eso el trabajo durante el mes de junio es determinante. Si no hay partidos de nivel, entonces es difícil mirar en dónde estamos y cuál es el verdadero potencial en la recta final al debut. De ahí que no entienda una serie de declaraciones y explicaciones que tienen carácter de distracción, cuando a esta hora ya deberíamos estar asumiendo un compromiso.

Hernán, Leo y los directivos de la federación no pueden creer que con sus palabras van a confundir a un público que quiere ver un combinado combativo y con ilusiones. Si admitimos que Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile están por encima de nosotros y que solo Ecuador, Perú y tal vez Venezuela o Bolivia están a nuestro alcance, entonces tampoco pensemos en un Mundial pues los rivales serán los mismos.

La única verdad manifiesta es que Colombia asiste a la Copa América a probar qué tiene, pero fundamentalmente qué quiere. No podemos escudarnos en esta prueba de cara a la Eliminatoria, pues la misma se juega con un calendario y margen de tiempo distintos.

Ahora el cuerpo técnico y los directivos deben ultimar detalles para que nuestra presentación sea ideal y no decorosa como pretenden. Colombia debe estar entre los cuatro finalistas si de verdad quiere combatir su propio escepticismo. Si no lo hace, entonces no pregunten por qué el aficionado no concurre a los estadios. A todos les gusta ver un equipo combativo y que transmita un sentimiento generando identidad. No se puede acompañar un colectivo lleno de excusas y dudas, como etiqueta de presentación. El Mundial es la segunda meta de este proceso, la primera es confirmar en Argentina que estamos para pelar grandes cosas. De tú a tú con el que sea.

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