viernes, 2 de julio de 2010

Brasil eliminado: PENTACAMPEONES NO MAS


Ni la prematura salida de Italia o Inglaterra ha causado tanta conmoción en esta Copa del Mundo como la eliminación de Brasil a manos de los holandeses. ¿Qué pasó? ¿Por qué se saltó el pentacampeón del mundo de la capacidad a la incompetencia futbolística? ¿Cómo se puede perder un partido donde la victoria parecía el único puerto de llegada? En fin, serán tantas las inquietudes por resolver que solo basta apuntar a los hechos para intentar registrar lo que en la historia quedó consignado. Ya no hay tiempo de llorar.

Brasil salió a imponer condiciones y mientras tuvo la pelota supo que hacer con ella. Desde el arranque fue más que los tulipanes y muy pronto en el marcador se hicieron presentes gracias a un pase milimétrico lanzado por Felipe Melo que se filtró en medio de los centrales europeos. Fue una puñalada certera enviada por uno de los hombres que, al final, se convertiría en figura clave del partido. Ese servicio lo recogió Robinho cuando se movía en diagonal desde la izquierda al centro de la cabecera del área. Fue una salida imperceptible y veloz que sorprendió a todos. Su definición resultó impecable y precisa ante la salida de Stekelenburg que intentó achicar pero que no pudo contener. La incredulidad de los holandeses confirmaba la inspiración de su rival.

Unos minutos mas tarde sería de nuevo Robinho el encargado de acariciar la retina de todos con una gambeta hermosa que deja a sus dos marcadores intentando recuperase, y cede el balón para que Luis Fabiano meta un taco recogido por el intermitente Kaká quien acomoda el esférico y lo despacha de manera tierna pero letal, con tan mala suerte que el arquero soltó sus alas y pudo desviar el remate con mano cambiada. Hubiera sido el mejor gol de todo el Mundial sin lugar a dudas por su fabricación y conclusión, pero tristemente no fue como tampoco el avance a las semifinales del onceno dirigido por Dunga.

De ahí en adelante los holandeses trataron de reaccionar pero el rendimiento colectivo de los cariocas superaba el pobre caudal de sus ideas. Entre mas intentaban asociarse, mejor resultaba para los suramericanos dominar las acciones defensivas y de ataque. Con este panorama se fueron a los camerinos para replantear su postura y propósito de cara a la segunda fracción.

En la parte complementaria se ajusta el sector posterior de Holanda, pero Brasil reduce el ritmo de juego. Esta situación permite que poco a poco las cargas se vayan equilibrando, el balón sea compartido por ambos rivales en las dos fracciones del terreno, predominando como una constante la pierna fuerte y desleal por momentos.

A tan solo 8 minutos de reanudado el juego, un centro con pierna izquierda de Wesley Sneijder, desde la derecha, se pasea arriba de los predios cariocas y se mete en la portería de Julio Cesar quien salió a despejar con los puños sin medir el tiempo y el espacio del salto, con tan mala suerte que el balón roza ligeramente la cabeza de Fabio Melo y besa la red. Este error facilitó una paridad que tomó por sorpresa a todos, incluyendo a la Naranja Mecánica.

Ante esta nueva situación, los holandeses toman un segundo aire y se van en busca de la paridad, pues el partido se abre ya que Brasil quiere ganarlo. En una de esas acciones se da un tiro de esquina en oriental y el servicio, que viene a media altura, es cabeceado hacia atrás por Dirk Kuyt en primera instancia y por Sneijder en segunda. En este último toque la pelota se pone en dirección a la meta y se canta un nuevo gol de los europeos que a la postre les serviría para avanzar a la siguiente ronda.

Desde ese entonces, cuando Holanda sorprende al mundo, y hasta el final, Brasil pretendió igualar el marcador pero no pudo. Sus maniobras resultaron tibias ante la contundente marca. El cerrojo defensivo holandés fue consumiendo el talento individual de su rival, al punto que Robinho se diluyó, Kaká quiso pero no pudo, Luis Fabiano se fue para darle paso a Nilmar pero nada cambió. Lo peor del caso es que ante la expulsión de Felipe Melo (otra vez en escena), el conjunto carioca quedó expuesto en el fondo. Fue tanta la osadía carioca que los europeos tuvieron tres acciones mas que pudieron terminar en gol, pero no lo fueron por irresolutos o la pronta reacción de la defensa canarinha.

Al final cuando el japonés Yuishi Nishimura, de regular actuación, da por concluido el partido, el asombro en las tribunas y el desconcierto en la cancha era tanto o mas que la alegría de la parcialidad y jugadores holandeses. Muy pocos podían creer que Brasil, el pentacampeón, el gran protagonista de esta fiesta deportiva en todas sus ediciones, no hubiera podido doblegar a un equipo que avanza a la semifinal gracias a 45 minutos de arduo compromiso, sin que hasta el momento, pese a seguir invictos, hayan impresionado por su nivel futbolístico y mucho menos por tener pinta de campeón.

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