domingo, 16 de noviembre de 2008

HUMILDAD Y CAPACIDAD BUSCAN EL TRIUNFO

Esta nota la escribo a una semana de la gran final de la MLS que se realizará el sábado 23 de noviembre en el Home Depot de los Ángeles. Sí, aunque usted no lo crea, menciono la palabra “gran” porque me parece que el torneo hoy por hoy tiene un mejor nivel con respecto a lo que se jugaba hace diez años atrás, cuando decorosamente cubría las actividades de la incipiente liga y particularmente el acontecer del ya transformado MetroStars.

Lo que más me emociona de esta final, es la presencia de un hombre que se la ha jugado por el fútbol, pero en especial por sus convicciones. Es un estudioso de tiempo completo, muy preparado académicamente, licenciado y con todos los pergaminos para estar atado a este deporte. Desde su arribo a la liga, cuando le cubría la espalda al ecuatoriano Octavio Zambrano como asistentes técnico, trabaja en la sombra con sacrificio y dedicación. Su esfuerzo, aparte de pulcro y muy profesional, tenía un horizonte claro y definido: llagar a dirigir.

Cuando Juan Carlos Osorio partió a Inglaterra donde fue elegido por el Manchester City para ocuparse del trabajo físico atlético de los jugadores, tras superar a más de 30 aspirantes al cargo, recuerdo todavía como su rostro se iluminaba ante el nuevo reto, y partió convencido en dejar huella. Fueron muchos los días y noches en que el desvelo lo acompañó en la nueva empresa. Dicen los latinos que Inglaterra y Francia son dos países duros para el inmigrante de estas latitudes, y para Juan Carlos no fue la excepción. No por el idioma, la nueva cultura o el país en general, sino por la ausencia de su gente, de sus tradiciones. Fue así como poco a poco superó las adversidades y plasmó un trabajo que recogió muy buenos comentarios en la esfera profesional donde se le quiere y respeta. Su calidad humana nunca fue cuestionada.

El “teacher” Osorio, como respetuosamente le digo, no ha sido presumido, pero sí muy serio. Sus amigos siempre lo serán mientras la lealtad forme parte de la relación. Hace “loundry” y cuida a los chicos como cualquier padre y esposo moderno. Siempre tuvo la inquietud de dirigir en Colombia y regresar a la MLS, cosas que finalmente cumplió. En el territorio cafetero llegó a Millonarios y no pudo concretar un proceso debido a dificultades con los directivos, o simplemente porque en nuestro país la palabra proceso solamente parece respetarla el Chicó. Por eso dio un paso al costado y se marchó dejando en claro lo que quería. Muchos cuestionaban sus planteamientos, pero al final terminaron observando su trabajo con interés pues la evolución y el crecimiento del equipo, así no jugará de acuerdo a la “identidad” del fútbol colombiano, fueron evidentes.

Llegando a Chicago, donde cumple su segundo cometido, retornar a la liga estaudinense, encuentra en la Ciudad de los Vientos un conjunto comprometido en aspiraciones el cual en muy poco tiempo empieza a cobrar protagonismo y se encumbra hasta el punto de ser un aspirante serio al título en la temporada anterior. Desde allí es observado por los directivos del Red Bulls quienes, aprovechando su relación sentimental con la ciudad y la afición, lo contratan para que asumiera el control del mutado equipo (éste era el antiguo MetroStars).

En un año, y con una plantilla que dista mucho de ser la ideal para estados como New York y New Jersey, el equipo “torero’, como le llaman los cronistas de la Gran Manzana, está a puertas de su primer título. Un trofeo que puede o no conseguir, pero una instancia a la cual ningún técnico había accedido pese a tener nóminas más completas. Por eso en aquellas fronteras están felices y optimistas, pese a que semanas atrás discutían las posibilidades del equipo después de habar clasificado de “carambola”. Yo mismo, admito, pensé que difícilmente llegarían a los “playoffs” porque, insisto, me parece que el equipo necesita tres o cuatro jugadores de peso, especialmente en el sector posterior.

En esta fase del torneo (la postemporada), donde los errores debían ser corregidos, Red Bulls supera los dos primeros ciclos y se corona campeón de la conferencia dejando en el camino al bicampeón Dínamo de Houston y el cuadro “catalán” de Salt Lake (tiene uniforme muy similar al Barcelona de España), admitiendo que la suerte estuvo por momentos de su parte –especialmente en el último duelo donde tres pelotas se estrellaron en el palo-. Sumando éste “plus” y el vertiginoso desdoblamiento ofensivo, aparte de la certeza para definir, le han permitido al conjunto llegar a la instancia decisiva donde se juega no solo el título sino la posibilidad de que el risaraldense se inscriba en la historia como el primer técnico campeón en los doce años de la franquicia. Ni siquiera Bora Milutinovich, Carlos Alberto Parreira o Carlos Quieroz, lograron lo que Osorio con humildad, sabiduría y esfuerzo ha logrado: comprometer a un grupo en procura de un ideal pese a las adversidades y limitaciones, porque las hay. Por eso, desde esta esquina mi querido “teacher”, donde escribe un cronista que hace años colgó la pluma, le envió abiertamente mis mejores deseos y le auguro muchos éxitos de cara al futuro. Lástima que MetroStars ya no exista, porque fue el único equipo que me cautivó dentro de este deporte. De éste fui un aficionado declarado, a pesar de ir en contra de los postulados periodísticos. Si aun permaneciera intacto, creo que me hubiera atrevido ir a la final para animarlos desde la tribuna junto a mi espigado Fabián –mi hijo- quien todavía guarda con nostalgia la camiseta de su desaparecido equipo. Por el momento hago fuerza en la distancia por el amigo, profesional y excepcional ser humano. Por eso guardo la chaqueta que me regaló del club londinense con especial afecto. Que Dios los acompañe y pase lo que pase, siéntase un ganador.

Foto tomada de http://www.soccerbyives.net

 

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