jueves, 14 de junio de 2018

Rusia contundente, Arabia Saudita inocente



El arranque del Mundial ruso no rompió ningún pronóstico. No perdió el local, como hasta el momento ha sucedido con todos a través de la historia, pero esta vez ganó bien, de manera sólida, con muchos goles (como no sucedía desde Suecia 1954 cuando Brasil goleó a México), pero con un fútbol vertiginoso y mucha capacidad física, nada más. El cinco por cero no solo es contundente, sino que le da al cuadro local un aire de tranquilidad pensando en la segunda ronda.

Los dirigidos por Stanislav Cherchesov mostraron desde el arranque que iban por la victoria. Después de una fase de adecuación irregular, debían confirmarle a su afición que están en condiciones para hacer un torneo digno. Si bien ganaron, es bueno acotar que los rusos no se destacaron por tener un juego brillante, con acciones descollantes o pinceladas de gran talento. Todo lo contrario, se vio un equipo batallador, muy colectivo, concentrado, fuerte en defensa, pero especialmente en la zona media donde recuperan y salen de manera desbocada, a todo galope, como toros de lidia.

Con un partido bien planteado tácticamente, donde la talla de los jugadores marcaba una gran diferencia, Rusia encontró el camino del gol por la vía aérea (que será una de sus contantes en ataque), y la definición exquisita de un suplente como Denis Cheryshev quien ingresó forzadamente ante la lesión muscular de Alan Dzagoev al minuto 24 y cuando su equipo superaba a los árabes por la mínima diferencia (gol marcado por Lury Gazinsky a los 12’). Fue precisamente este hombre quien, con una jugada por izquierda, tras un recorte adentro, dejó dos saudís que lo marcaban y firmó el dos por cero antes de concluir el primer periodo (minuto 43). Ya en la complementaria, sin que hubiera mayores retoques en el repertorio, llegó el tercero por intermedio de Artem Dzyuba tras otro certero cabezazo al palo de la mano izquierda del meta Abdullah Almuaiouf.

Esta vez, para mayor fortuna, los locales enfrentaron a un combinado que prometía más sobre el papel y que ahora deberá ganar obligadamente los dos encuentros restantes si quiere avanzar. Con cinco goles en contra y un mar de dudas en lo individual y colectivo, los árabes pecaron a todo nivel. No tuvieron jerarquía, estuvieron desconectados (o tal vez los locales no los dejaron conectarse), y por momentos lucieron hasta inocentes, sin recursos.

Lo mejor del partido, aparte de lo intenso, así no haya sido vistoso o bien jugado, fueron el cuarto y quinto gol. El primero de nuevo una pintura de Cheryshev (jugador del Villarreal), quien con la parte externa de su botín izquierdo metió un remate arriba desde la cabecera del área, para que la pelota se anidara de manera espectacular y terminara por enloquecer la tribuna. El quinto, cuando ya se jugaba el tiempo adicional, fue un cobro impecable de Aleksandr Golovin de tiro libre, también en los límites de las 16,50. Le pegó con convicción y una pizca de sutileza, superando una barrera no muy alta. Con curva adentro de nuevo el balón fue al palo izquierdo del arquero árabe quien, como dato curioso, recibió todos los goles de la parte complementaria por el mismo sector.

Con esta victoria, sin descrestar, seamos claros, Rusia respira tranquila y espera seguir su marcha en la próxima salida ante Egipto el próximo 19 de junio en el estadio de San Petersburgo y por supuesto siguiendo con detenimiento lo que puedan mostrar sus otros dos rivales.


El central del compromiso, el argentino Néstor Pitana, tuvo una muy buena labor, aunque el partido se caracterizó por el deseo de agradar de ambas escuadras.

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