A sus 23 años, James David tiene que sentirse pleno.
Tras muchos dimes y diretes, el volante ofensivo de la selección colombiana de
fútbol aterrizó de nuevo en el aeropuerto de Barajas (donde hizo una escala técnica mientras iba a
Portugal a finiquitar el pase con su agente a comienzos de semana) para ser
presentado como nuevo refuerzo de Real Madrid, todo un sueño para cualquier
jugador del mundo.
El costo de la transacción está promediando los 100
millones de dólares, una cifra escandalosa si se quiere, pero es lo que el
mercado reclama para el goleador del Mundial 20014. Además, para complementar
su buen momento, el primer gol convertido contra Uruguay, en el marco de los
Octavos de final, se convirtió en el mejor de la prueba ecuménica después de
superar los 4 millones de votos y ha sido considerado uno de los tres mejores
jugadores del torneo.
La calidad técnica del cucuteño no se puede discutir.
Es un jugador fino, de muchas condiciones, preciso en la entrega y su paso por
Europa le ha permitido ganar peso en marca, algo que no se ajustaba mucho a su
estilo.
La presencia de Rodriguez ha despertado una gran
euforia entre la afición madridista, entendiendo que un amplio sector latinoamericano
que vive en la capital española forma parte de esos seguidores entusiasmados
que desde ya se han lanzado a buscar todo los artículos de mercadeo
relacionados con el diez colombiano.
Sin embargo, pese al momento, la alegría y la euforia,
James no puede olvidarse del gran compromiso que asume al convertirse en un
jugador de elite y muy costoso. No solo llega para ocupar el lugar de un
brillante jugador como el argentino Ángel di María, sino que debe acoplarse a
un estilo de juego distinto. Factores que, sumados a la presencia de grande
vedettes como Benzemá, Bale y Ronaldo, lo presionan para asumir un papel
protagónico.
Si bien su paso por Portugal y Francia fueron exitosos,
donde dejó una enorme afición, allí simplemente era uno de los buenos, no el
mejor. Situación que cambia radicalmente con su llegada al conjunto merengue.
Para que lo anterior tenga validez, se puede tomar
como ejemplo lo sucedido con el galés Gareth Bale. El extremo izquierdo no solo
es uno de los futbolistas más rápidos en espacio reducido, sino que es el más
costoso del mundo. Los casi 140 millones de dólares que costó su pase, lo
convirtió en el jugador más perseguido de la prensa. Todos sus quehaceres
estuvieron siempre en la portada de los principales matutinos. Fue blanco de
duras críticas por sus reiteradas lesiones y cuestionado por su irregularidad.
Solo un repunte en la recta de la temporada, donde fue clave en la consecución
de la Copa del Rey y la Liga de Campeones, le salvaron de ser devorado por la
pluma de los cronistas, pues es allí donde el precio se compara con los
títulos.
Ahora James deberá no solo demostrar que tiene todo
para ser titular, para aportarle al equipo con su capacidad y talento, sino que
está obligado a cumplir con actuaciones estelares, entregando cosas importantes
pues el club ha invertido esta temporada, junto al alemán Kroos y el
costarricense Navas, una cifra importante para reforzar sus ilusiones de
coronar una vez más la liga española y revalidarse como monarca del continente
a nivel de clubes.
Además de su capacidad deportiva, existen varias
empresas que quieren aprovechar su cara bonita para muchos anuncios publicitarios,
lo que le otorga ingresos adicionales como los que recibe el portugués Ronaldo,
quien nadie sabe si está celoso de que el club haya contratado otro modelo,
como él, y buen jugador de fútbol.
Ahora solo queda que el tiempo y la experiencia
cosechada, pese a su corta edad, le den a James Rodriguez la oportunidad de
confirmar lo que el mundo le aplaudió en la pasada cita orbital sitúandolo como
un jugador “mayor” de grandes ligas donde el verdadero reto apenas comienza. La
gloria pregunta por James, buen pulso muchacho.
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