jueves, 30 de octubre de 2008

EL ULTIMO “PASE” DE MARADONA


El título de esta nota parece irreverente, atrevido y hasta ofensivo si se quiere. Sin embargo, pese al posible malestar que pueda causar, la verdad es que don Julio Grondona se equivocó en nombre de todos los argentinos al designar a Diego Armando Maradona como seleccionador nacional. Se atrevió a tanto don Julio, que casi el 80% de los aficionados se resistieron a la idea y así lo expresaron en cada consulta de opinión formulada. El motivo no es uno, son varios. “El pelusa”, mas allá de su gloria como jugador, de su reconocida capacidad y talento, es un ser humano débil, frágil y enfermo que no ha podido recuperarse así afirme lo contrario. Es tan frágil que su potencia moral se reduce a la mínima expresión cuando se revisa su pasado personal, no deportivo. El 10 tal vez tenga ingerencia en el grupo. Su imagen con la camiseta de la selección argentina es imborrable, así como su delicadeza y finura con el balón atado a los pies. Hasta allí todo bien. Pero, ¿qué pasa cuando el recuerdo de su carrera termina y la vida del hombre, que hasta ese momento no se había explorado, comienza? ¿Cómo olvidar los escándalos que ha suscitado tras un trajinar desordenado y carente de cualquier ejemplo? ¿Cuál será la reacción del ídolo si mañana algún seleccionado le refriega su pasado cuando intente disciplinarlo por no ajustarse a las reglas, por no respetar las concentraciones?.

Si Maradona se compara con Carlos Bianchi, quien era el candidato óptimo para este puesto, seguramente que el diez pierde. ¿Qué no? Me apena retar y contradecir a quienes ciegos de amor por Diego (esos mismos que le han colaborado con el silencio y la indeferencia para que siga caminando por el filo de lo prohibido y peligroso), no se deciden a despertar del sueño en el cual alguna vez “el cebollita” los sumergió.

Bianchi, por encima de todo, es una ser humano ejemplar, un hombre irreprochable, un señor técnico (respetado en el mundo), y fue un gran jugador. Siempre ha sido un acertado comentarista del fútbol, tiene un carácter ajustado a las reglas del deporte. Los jugadores lo respetan, y quienes lo vieron jugar saben de lo qué era capaz. Fue un goleador contundente que hoy todavía recuerdan los franceses. En esta tierra selló su firma y se convirtió en uno de los máximos artilleros del fútbol galo. En Argentina los aficionados de Vélez lo añoran. Es el goleador histórico de este equipo y uno de los más efectivos en la historia del balompié gaucho. Por algo la FIFA lo acreditó como el jugador argentino más goleador en las ligas del mundo.

Como técnico su palmarés es lujoso. Cuatro títulos de liga con Boca, dos Copas intercontinentales, tres Libertadores de América, son parte de su cosecha. Por eso no se puede pretender que el amor por Maradona sirva para soportar su presencia en la selección de mayores. Este es un “pase” qué quién sabe si puedan soportar los argentinos quienes, como los brasileños, en materia de fútbol no le perdonan nada a nadie cuando se meten con la albiceleste.

Está claro que Alfio “el coco” Basile no tendrá nunca más una posibilidad en la selección, o por lo menos así lo ven muchos. Bajo su mando la selección no sólo salió humillada del Monumental con el histórico 5-0 ante Colombia, sino que ahora quedó demostrado que sus postulados no combinan con la cultura futbolística del cuadro absoluto.

Es cierto que detrás de Maradona estarán algunos hombres reconocidos y de mucha capacidad como el ‘narigón’ Bilardo, entre otros. Pero delante de él han puesto a un hombre controvertido, irreverente y desordenado como Maradona quien, por encima de lo que digan, ha fracasado siempre en su intento por salir de la adicción que lo reduce. Cuando intentó disciplinarse, perdió peso y se fue a la televisión a realizar “la noche del diez”, a pesar de los altos índices de sintonía, el programa se derrumbó porque había algo que no encajaba y se quedó en el silencio. Muchos lo murmuran, pero nadie lo denuncia.

Ahora que Diego nuevamente es titular de primera plana, que recobra vigencia en una historia que apenas se escribe (porque ha vivido de la gloria), no es absurdo imaginar que pueda enredarse en el pecado dada su quebradiza resistencia para transitar por los linderos de la popularidad. Ojalá y me equivoque porque como amante al fútbol admito que con Maradona el deporte tuvo un gran exponente, pero como ejemplo de vida nunca inspiró, todo lo contrario. No por suadicción, sino por la falta de carácter que mostró cada vez que le brindaron la oportunidad de alejarse de ella.

Si el pibe fracasa y se tiene que ir, ojalá que junto a él se vaya don Julio. Sería lo mínimo después de imponer su criterio, sin buscar consenso entre la gente del fútbol. ¿Será que su poder dictatorial -así lo definen muchos medios argentinos- es tan grande como el de Fidel Castro y de allí nace su simpatía por el improvisado estratega?

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